En una jornada marcada por la fe, la esperanza y el agradecimiento, más de un centenar de catequistas provenientes de distintas parroquias de la Diócesis San Juan Bautista de Calama peregrinaron este sábado hasta el templo catedral de la ciudad, para celebrar el Jubileo de los Catequistas y obtener la indulgencia plenaria en el marco del Año Jubilar.
La celebración que coincide con el Día nacional del Catequista fue presidida por el obispo Tomás Carrasco Cortés, y concelebrada por el padre Javier González, asesor del Departamento Diocesano de Catequesis, junto a los sacerdotes Víctor Santana y Teodosio Mamani. La eucaristía se vivió en un clima de profunda reflexión, donde se reconoció y valoró la entrega generosa de quienes tienen la misión de formar a niños, jóvenes y adultos en la fe.
Durante su homilía, el obispo Carrasco dirigió palabras de aliento y gratitud a los catequistas, recordándoles que han sido llamados por Dios para una misión que trasciende: “La grandeza de un catequista es que ha sido mirado por Dios. Él se ha apoyado en ustedes”, señaló. “Ustedes no me eligieron a mí; he sido yo el que los he elegido a ustedes y los he destinado para que vayan y den fruto”, citó del Evangelio según San Juan.
El prelado destacó que la misión del catequista no es una tarea personal, sino un llamado a ser vehículo del amor y la enseñanza de Cristo: “El catequista es la extensión del misterio de Jesucristo en la Tierra. Ustedes son transportadores de la presencia de Dios, como lo hizo la Virgen María al visitar a su prima Isabel”.
Además, exhortó a los presentes a no perder de vista que el fruto de su labor no es propio, sino obra del Espíritu Santo: “Si han visto conversiones, si han salido palabras de su boca que ni imaginaban, si el Espíritu ha abrazado a través de ustedes a niños, jóvenes y familias, no se crean los autores. El Todopoderoso ha hecho obras grandes en ustedes”.
Un significativo momento se vivió durante la celebración con el reconocimiento a María Rosa Olivé, quien por cerca de 75 años ha desarrollado el rol de catequista junto a otros servicios pastorales en la diócesis. Próxima a cumplir 90 años agradeció este sencillo homenaje, agregando que a los 15 años comenzó esta misión “ Yo diría que enseñar es muy importante, pero sobre todo acompañar el proceso, de sentir que lo que estas explicando, que lo que estás dando, tú lo vives. Es la clave – creo- de cualquier catequista. Agradezco a Dios que todavía me permita realizar este trabajo de transmitir la fe a los demás”, manifestó.
El Jubileo concluyó con la renovación del compromiso de los catequistas, quienes salieron del templo fortalecidos en su vocación y enviados nuevamente a sus comunidades como discípulos misioneros, dispuestos a seguir sembrando esperanza y fe.
La celebración continuó luego con un almuerzo en la Casa de Ejercicios Espirituales Nuestra Señora de la Merced en la que también se vivió una significativa experiencia fraterna organizada por el equipo de coordinadores del Departamento de Catequesis.