Con profundo espíritu de fe y comunidad, la Iglesia de Calama vivió este sábado la celebración del Corpus Christi, tanto en la ciudad como en el corazón del territorio andino. En Calama, la jornada comenzó con la adoración al Santísimo Sacramento en el Parque José Saavedra, seguida por una solemne procesión hasta el templo Catedral San Juan Bautista, donde se celebró la Eucaristía presidida por el vicario de pastoral, Padre Rubén Valderrama.
La actividad fue también ocasión para que los agentes pastorales vivieran su Jubileo en el marco del Año Jubilar convocado por la diócesis, como expresión de gratitud y renovación del servicio eclesial.
En su homilía, el Padre Valderrama destacó el sentido del caminar compartido en la fe, inspirado en el pasaje de los discípulos de Emaús. “Dios nos creó para alcanzar algo grande. Ese fin no es otro que Dios, que quiere compartir con nosotros su absoluta felicidad”, señaló. También valoró la compañía de quienes peregrinan con nosotros, afirmando que “en la vida de Iglesia no caminamos solos: la comunidad, los laicos, las consagradas y consagrados son compañeros valiosos en este trayecto hacia Dios”.
El sacerdote enfatizó la presencia viva de Jesús en la Eucaristía, invitando a crecer en devoción al Santísimo Sacramento: “Jesús no es un recuerdo, es una presencia viva que se nos entrega en el pan. Sin Él, no podemos nada”.
Corpus Christi Andino: la fe del Alto Loa
Simultáneamente, en el sector de La Isla, cercano al poblado de Conchi Viejo, se celebró el Corpus Christi andino, una manifestación viva de la religiosidad del mundo indígena. Las comunidades del Alto Loa se congregaron en torno al Señor Sacramentado en una Eucaristía presidida por el obispo de Calama, Mons. Tomás Carrasco Cortés, acompañado por el Padre David Vargas, párroco de San Francisco de Chiu Chiu, y el Padre Jorge Cerda, quien recientemente ofreció un taller de formación bíblica en la diócesis.
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En su mensaje, el obispo Carrasco resaltó la riqueza espiritual del pueblo del Alto Loa, destacando cómo la fe en el Cuerpo de Cristo se entrelaza con la vida cotidiana, el amor a la tierra y las tradiciones.
Ambas celebraciones reflejan el rostro diverso y unido de la Iglesia en el territorio: una Iglesia que camina con Cristo, que se nutre de la Eucaristía y que reconoce en la comunidad el signo visible de la presencia de Dios. En Calama y en los pueblos del interior, Corpus Christi fue una oportunidad para renovar la fe, agradecer el don de la comunión y testimoniar la alegría de ser Iglesia peregrina.