Con una emotiva eucaristía presidida por el obispo de Calama, Mons. Tomás Carrasco Cortés, y concelebrada por los sacerdotes Viviano Bustos y Enrique Olivé, la comunidad local celebró los 100 años de vida y misión de la Congregación Religiosa Misioneras Cruzadas de la Iglesia. La conmemoración tuvo lugar en la Capilla Cristo Resucitado, del sector donde se encuentra la Casa de las hermanas, quienes desde hace 18 años acompañan pastoral y socialmente a esta zona de la ciudad.
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En la ceremonia participaron otras congregaciones religiosas presentes en la diócesis, fieles de la Parroquia Asunción de la Virgen, y miembros de la comunidad que han sido parte del camino pastoral de las hermanas. El obispo Carrasco, en su homilía, destacó que este centenario “no es solo una conmemoración, sino una acción de gracias por una obra de Dios que ha dado frutos y que aún permanece”.
Recordando el legado de la fundadora, Santa Nazaria Ignacia, quien dio inicio a la congregación el 16 de junio de 1925 en Oruro, Bolivia, el obispo valoró el carisma misionero de las religiosas. “Han cruzado fronteras, físicas y humanas, para llevar la buena noticia a los pobres, vendar corazones desgarrados y proclamar la libertad a tantos cautivos”, expresó.
Mons. Carrasco agradeció particularmente a las hermanas Rossemary Ayala, Tatiana Rojas y Ana Mendoza, quienes actualmente encabezan la misión en Calama y han hecho de su labor un testimonio de amor a los más vulnerables, especialmente a la población migrante. “Gracias por su esfuerzo silencioso, por atender, acompañar y muchas veces consolar a quienes llegan a nuestra ciudad sin rumbo ni recursos. Son testigos del Reino que se siembra sin esperar recompensa”, afirmó.
Por su parte, la hermana Rossemary Ayala, en representación de la comunidad religiosa, agradeció la cercanía de la diócesis y de quienes comparten su misión. “Gracias por acompañarnos y caminar junto a nosotras. Esta obra no es solo de las Misioneras Cruzadas, sino de todos los que viven el Evangelio con nosotros. Como decía la Madre Nazaria: Te seguiré, Señor, lo más cerca que pueda una humana criatura. Que esa sea también nuestra consigna”, expresó con emoción.
Tras la celebración litúrgica, la comunidad compartió un momento fraterno, signo de comunión y gratitud por este siglo de evangelización que continúa dando vida en medio de los desafíos sociales y eclesiales del presente.